Un acontecimiento importante para una comunidad puede adquirir una trascendencia inusitada a los pocos años y quedar como hito en la historia de un pueblo. En la segunda semana de agosto de 2008, el cardenal y entonces arzobispo de Buenos Aires llegó a Concepción para predicar en un retiro espiritual y al final ofició una misa en la catedral de La Perla del Sur. Cinco años después, Jorge Bergoglio se convertiría en el papa Francisco. Fue esa la última vez que el religioso pisó tierra tucumana.
“Nuestro obispo en ese tiempo, monseñor José María Rossi, siempre lo invitaba para que viniera a predicarnos al retiro y él evidentemente tenía muchos compromisos y nunca podía venir hasta que, en aquel momento, como ya quedaban pocos años para que Rossi se jubilara, vino. Y además con esa idea que después la propone a toda la iglesia, la de ir a las periferias. Nosotros somos una diócesis del interior del interior, una diócesis pequeña. Y él perseguía eso venir a predicar un retiro aquí, un presbiterio donde somos muy poquitos. No recuerdo cuántos éramos en ese tiempo, ahora somos menos”, cuenta el padre Fabián Brito, uno de los asistentes a ese encuentro.
El sacerdote comenta que Bergoglio es jesuita y su predicación estaba basada “en los esquemas de los ejercicios espirituales de San Ignacio, pero haciendo sus aportes reflexivos propios, de ir a las periferias, de la misericordia; lo que después va a proponer a toda la iglesia, ya nos decía a nosotros en ese momento”. “Los gestos de él eran de mucha cercanía. La predicación era muy breve y después se disponía a escuchar, confesar y hablar con los sacerdotes y la verdad que lo hemos aprovechado muy bien”, afirma.
Brito recuerda que estaban viviendo en ese momento una situación muy especial porque había muerto un sacerdote joven de la diócesis en un accidente. “El cardenal recibió todo el dolor del presbiterio porque nos había golpeado mucho. El sacerdote era Ricardo Valdez, estaba en Graneros y en La Madrid y muere en un accidente en el cruce de la ruta que va a Las Termas. Yo era párroco en Alberdi en ese tiempo. La verdad es que fue de mucho consuelo, de mucha cercanía. Él era de mucho escuchar, poco hablar, mucho contener, mucho animar. Esas líneas que después va ir planteando: de la periferia, sobre todo la misericordia; nos insistía, que los curas tuviéramos este perfil de mansedumbre, de misericordia, del estilo de Jesús, de la cercanía a la gente, eso ya estaba presente en su predicación de aquel momento”, evoca.
El encuentro con el entonces cardenal tuvo un cierre de camaradería. “Al final, siempre es una eucaristía más celebrativa, incluso terminó con un asado y él se quedó hasta el final y disfrutó de la sobremesa. El padre Miguel Soria, que era vicario general, tocaba la guitarra, fue un momento agradable, muy simple. A pesar de que era el cardenal, estaba muy integrado a nuestra mesa, estábamos muy cómodos con él también. No era una persona extrovertida, sino más bien callada, parco en el trato, en el sentido de que no era de mucha palabra en público, pero se integraba muy bien en la conversación de la mesa, nos sentíamos muy cómodos a pesar que saber que estaba ahí el cardenal Bergoglio, una autoridad importante”, dice el padre Fabián.
Llega al corazón
Una llamada por teléfono. No se hizo de rogar, pese a su nutrida agenda cardenalicia. “Lo invité a predicar el retiro a los sacerdotes de la diócesis de Concepción. Tuvo muy buena disposición porque acomodó a su agenda para poder venir, nos predicó el retiro y por supuesto, nos hizo mucho bien su presencia. Y después celebró una misa en la Catedral, una vez terminado el retiro con nosotros. Y cuando lo eligieron Papa, había gente que se acordaba de la homilía que había predicado en esa misa, en la catedral de Concepción. Él siempre tuvo esa palabra que llega mucho al corazón, por eso la gente se acordaba y por supuesto los curas, muy contentos de que hubiera sido elegido papa”, cuenta el obispo retirado, Rossi, quien conocía a Bergoglio de 2001.
- ¿Cuál es era el perfil de Bergoglio en ese momento?
- En ese tiempo sonreía menos que ahora; como Papa sonríe más pero era igual muy sereno, tenía una palabra que se metía dentro de uno, así como ahora, muy afectuoso con nosotros. Alguna otra vez nos hemos encontrado los curas con él me acuerdo en un encuentro de sacerdotes en Cura Brochero, a donde fuimos los sacerdotes de Concepción. Cuando nos vio, dejó a la gente con la que estaba conversando, se vino a saludarnos y había previsto que se iba a encontrar con nosotros y nos llevó un regalito: un libro para cada uno. Siempre tuvo estos gestos lindos que tiene ahora, con los sacerdotes, con la gente. Tuvimos también una reunión con laicos, con gente de Concepción, ahí conoció las empanadas tucumanas, pero bueno siempre ha sido así, muy afectuoso y muy profundo en sus palabras.
- Dicen que ya entonces era de poco hablar…
- Sí, escuchó mucho siempre, no solo de oír, sino de escuchar bien, de prestar atención a lo que escuchaba. Fue presidente de la Conferencia Episcopal durante seis años y siempre tenía esa actitud. Escuchaba todo y después, nos hacía una devolución. No desperdiciaba nada de lo que escuchaba. Que es lo que está diciendo ahora cuando habla de la sinodalidad de la Iglesia, es eso lo practicó siempre.
- ¿Qué opinión tiene del papado de Francisco? Le ha tocado remar con lo más ortodoxo del Vaticano, de la Iglesia.
- Sí, yo creo que a todos los papás les tocó lidiar con una estructura que estaba muy esclerotizada, muy difícil de mejorar. Lidió con eso Pablo VI, Juan Pablo II, Juan Pablo I también en el poquito tiempo que estuvo vivió con eso, Benedicto XVI y apoyándose en todo lo que habían hecho los otros papas, Francisco tiene una habilidad muy grande para lograr los objetivos que se propone.
- Además tiene coraje para intentar cambiar cosas.
- Los papas siempre han tenido coraje, todos. Como a Francisco le salen las cosas, por eso es que hay gente que no lo quiere, hay gente que también dentro de la Iglesia gente que defiende su comodidad como dice ahora, su zona de confort también, no siempre es poder. Pero lo que está haciendo el Papa está modificando según criterios que no son inventados por él, sino que vienen del Concilio Vaticano II, ya hace 60 años. Él está intentando y logrando algunas cosas, intentando hacer que la Iglesia sea más misionera, más abierta, más transparente, más eficiente también, más cuidadosa de las personas y va como afianzando un camino que empezó hace 60 años y que hay que seguir trabajándolo. No es fácil conducir una iglesia con millones de personas a lo largo de todo el mundo, no es fácil. Y además otra cosa que es importante señalar: él es así, tiene todas esas cualidades porque es un hombre de Dios porqué reza mucho, le pide siempre a Dios que lo ilumine y tiene el corazón dispuesto a ver lo que Dios le haga ver. Por eso es tan buen Papa. Él dice cosas que a los poderosos no les gusta, él defiende a la gente y los poderosos, sus intereses. Cuando hay gente que habla mal del Papa tiene mucho que ver la defensa de intereses que se ven tocados por una predicación, en realidad, él dice las cosas que decía Jesús.